Opinión / Pensamiento Divergente / Mundo Bohemio y la Libertad de los Mapas

25 de agosto de 2010

Donostia, una ciudad de postal

 Fotos: J.M

Este es mi tercer mes en San Sebastián. Un viaje intenso se aproxima, y seguro que este blog adquirirá nuevos aires, así que allá va el nuevo punto de partida. Así, mato las horas muertas en la redacción.


Es una ciudad muy bonita. Yo siempre la he descrito como una ciudad de postal y creo que se ajusta a la perfección. Donostia tiene de todo: playa, monte, casco antiguo, puentes, periferia y sobre todo, mucha elegancia. La capital guipuzcoana tendrá aproximadamente 175.000 habitantes (estimación mía). Siempre pregunto cuántos habitantes tiene una ciudad o un pueblo, me gusta saberlo, dice mucho de él. Supongo, que el hecho de que lo pregunte también dice mucho de mí.

La vida de esta ciudad gira en torno a sus tres playas: Ondarreta, La Concha y la Zurriola. A mí la que más me gusta es la última. Playa artificial creada hace tiempo que se situa a las espaldas del Kursaal, y que siempre está llena de gente joven y, sobre todo, de surfistas. A mí eso me gusta. Es la playa surfera por excelencia. Aunque, lo cierto es que la más famosa es la Concha, que goza de una reputación ganada por su largo paseo, la elegancia de la alcantarilla que la rodea, y que con el paso del tiempo, se ha convertido en uno de los símbolos de San Sebastián. Además, en ella se ubica el balneario La Perla, un sitio digno de ser visitado. Yo creo que le falta intimidad.

Es una gozada poder realizar las prácticas en un lugar como San Sebastián. Aunque está muy alejada del resto de la península (ir a Madrid en autobús es una agonía), lo bueno es que Francia está a tan solo un paso. Un paso que equivale a media hora en coche. Allí todo es diferente, empezando por el idioma y, especialmente, por la gente. Para qué engañarnos, aunque adore a mis amigos franceses, son más sosos que nosotros.

Como pasa con todo, la elegancia y la belleza de esta ciudad presenta su cara opuesta. No es urbana. Aspecto que en cierta manera me sorprende. Estoy acostumbrada a Madrid. Además es una ciudad muy cara. Está plenamente acondicionada para las bicicletas, aunque yo nunca uso este tipo de transporte, no lo hice en Alemania, aspecto inherente a los habitantes de allí, no lo voy a hacer aquí. Por lo que siempre tengo que tirar del autobús, y el transporte, en general, está bien, aunque los malditos semáforos, situados cada diez metros, suelen acabar con mi paciencia. Lo de que sea candidata cultural, no lo comprendo muy bien. Aquí cultura hay, pero es cara, por lo tanto yo no accedo a ella. Y yo me considero una persona cultural.

La gente es muy simpática y se habla mucho euskera. Eso también me gusta. El Boulevard es el punto de encuentro de muchos ciudadanos. Tiene mucho encanto. Los turistas y los donostiarras se agolpan en verano para comer un helado, disfrutar de los pintxos o tomar unos zuritos. Hay músicos, artistas... se ve una ciudad dinámica.

En general, me gusta estar aquí, aunque este lugar no consigue exprimirme. No sé por qué. Lo bueno de todo es que he recibido muchas visitas, algunas de ellas aún por llegar, otras han sido canceladas en el último momento (va por ti, Ana).

Laura vino en Aste Nagusia, una gran fiesta, que abarca a un gran número de ciudadanos, la mayoría de ellos turistas. Esto también me gusta, aunque algunos donostiarras la aborrezcan. Rosa llegará este fin de semana y una gran fiesta en casa de Nagore la aguarda, además del Zinemaldia y la sonrisa de Julia Roberts (no es por desanimarte Rosa, pero dudo que la lleguemos a ver).

Manuel vendrá dentro de dos fines de semana, un galleguín por San Sebastián acalorado tras el concierto de U2 (me das miedo, no traigas licor café por favor, debo empezar a cuidarme). Y una de las grandes visitas que tendrá lugar en maritxu kajoi (fiesta por excelencia de Mondragón), ADRIANA. Estoy impaciente por escucharla chapurrear frases en euskera (me encanta), por verla vestida de los años 50 y por jugar un parchís a las 14.00 del mediodía en un bar de mala muerte, como aquella vez.

Me voy contenta. Un artículo positivo. Eso también me gusta.

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