Mi propio centro existencial y vital.
Un cambio de actitud. Un cambio de circunstancias.
Me creo en mí, yo, responsable de mis decisiones,
coherente con mis deseos y luchadora de mis limitaciones.
Creo en mi intimidad más absoluta, en la inviolabilidad de mi corazón,
en una infinita esencia que me lleve a desarrollar mis potencialidades y aceptar mis defectos.
Creo en el verbo luchar, en el éxito, que reside en el verbo intentar, cuyo ejercicio ha de ser diario.
Creo en el resultado, aun cuando no me guste y luche con fuerza por eliminarlo
de mis creencias más arraigadas.
Creo en el amor, y he de ser una ingenua, pues pocos lo hacen.
Y yo... pensando en sentirlo, vibrar, sin dejar de ser yo, sin disimulos ni máscaras,
sino extenderme allá, donde mi intuición me embarque,
en sentido contrario a los estados (des)amorosos;
los integrantes se destartalan mutuamente,
ahogándose en penas absurdamente prolongadas.
Creo en el calor emocional, cuando la piel arde y los ojos transmiten fuego,
y viendo nevar, recuerdo temperaturas bajas en almas heridas,
y me contenta saber que acabaré en el infierno.
Aunque no crea en Dios, ni en Buda, ni en Alá.
Creo en aquel que arriesga,
cuyo rumbo de vida sus acciones y la (des)fortuna determinarán...
Creo en confiar,
en amistades que te llenan el alma y te hacen sonreír a cada instante...
Y creer, a día de hoy, es una tarea casi imposible.
Exige vivir contramarea, regirse por la incertidumbre,
desechar la seguridad y ser timoneada por la pasión.
Y la pasión... tan bella... qué ha ocurrido con ella... si apenas se percibe... si no produce dinero...
y cuántos se vuelven efímeros sin cuentas corrientes rebosantes de ceros,
cuyo valor es absolutamente ficticio, como a veces resulta la vida.
Y la verdad... ¿cuál es la verdad de vivir?
si no es aquella que nos permita autoafirmarnos en nuestros sueños
por lo que en realidad queremos luchar, no nuestro entorno, ni la sociedad,
ni la cultura, ni la familia, ni el idioma,
sino nosotros,
tú,
él,
ella,
ello...
Y yo...
Creo en mí...
Creo en ti...
Confío...
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Las flores renacen de la tierra y complementan al aloe vera /Garagartza. J.M |
No sé a donde voy, pero allá voy.
ResponderEliminarCierto es :)
EliminarSolo un defecto pongo.....el geranio, no me gustan nada!!! ajaja
ResponderEliminarJosune, que bonitas palabras y lo que dicen detrás de ellas...amor, sueño, pasión, confianza... Me quedo, con una "seguridad" que afortunada eres de tenerla y gracias a ella estas donde estas, en un camino difícil pero tu camino....por pasión! tan bonita y tan sencilla...
"Rie,fluye, sonríe....
cuando tu paseas boca por esbozo me recreas
creas,un mundo diferente
curas enfermedades de la gente
y a veces eres valiente
paseando de frente ante el peligro y riéndote del delirio del presente
y obediente a la razon del corazón
sincero y real al salir de prisión
y ves al sentimiento como vocación
en cada accion eres diferente con cada uno que te exprese...
Risa de humor que pinta el color y el rasgo de la cara
y te alegra el corazon a pinceladas..."
Tengo que echarme a la calle para capturar más imágenes. Pero los geranios son bonitos, tienen su encanto, color...
ResponderEliminarPoesía eres tú, habré de contestarte, pues la valentía se mide en acciones y palabras, inscritas en la bondad del alma.
Así que mil gracias :))
El amor... la pasión... que cosas más complicadas de encontrar y llevar a delante, pero cuando lo consigues, cuando encuentras a esa persona que te trasmite el amor más puro, nada es comparable a ello... nada. Esto es como las cantimploras esas de colores, que rascabas y te ponía "sigue jugando". Te apuntas a comprar más cantimploras conmigo? XD
ResponderEliminarIdo!!! escribí el artículo pensando en mí, en vez de una persona, aunque respeto las interpretaciones de los lectores. Buscar el amor.. yo creo que llega, cuando no lo esperas, cuando una está bien consigo misma... Compremos cantimploras y llenémolas de vida!!!
EliminarMuxus