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2 de noviembre de 2010

Comida y bebida para difuntos

Cementerio Santa Cruz de la Sierra. Rinden homenaje a los difuntos con comida y bebida. J.M
Una familia se reúne alrededor de un nicho. Niños que juegan con las velas. Fruta, golosinas y comida sobre una tumba. Destaca el hantaguaga, una palabra quechua que traducido al español significa 'muñeco de pan con rostro de virgen'. Este escenario pertenece al 2 de noviembre, día de los difuntos en Bolivia, donde la racionalidad y el pensamiento científico no tienen cabida. Solo existe el disfrute. Son las 19.00 de la tarde y la noche no impide que miles de familias se acerquen a este cementerio del barrio de Cambao, situado en el municipio La Guardia

Una tradición de origen andina y cultura disuelta en religión. Esta es la esencia de este lugar en esta fecha tan señalada. La gente, alegre y serena, festeja la memoria de sus allegados muertos y a cada paso, invitan a chicha, bebida típica, que se extrae del maiz y que, en principio, no contiene alcohol. 
 
Cementerio 'La Cuchilla'. Colocan velas alrededor de una tumba. J.M
Las diferencias en las clases sociales también se sienten en los enterrados. Basta con acercarse al cementerio La Cuchilla, situado en el cuarto anillo de Santa Cruz de la Sierra, uno de los más tradicionales de la ciudad y muy concurrido por visitantes y comerciantes. Predominan los mausoleos y por ella se pasean muchísimas personas. En una pequeña plaza, prenden muchísimas velas alrededor de una tumba, arden efusivamente, pero no parece preocuparle a nadie. Mientras tanto, el cardenal del país, Julio Terrazas, considerado como un elemento imprescindible para conocer la historia de Bolivia, ofrece una misa. 

La riqueza de uno y la carencia del otro no excluyen elementos comunes. En ambos, los familiares se reúnen para ofrecer comida y bebida a muertos y no muertos. Incluso, preparan el que era el plato favorito del que falta. En ambos, los rezadores visitan las tumbas. Personas que, a cambio de alimento, oran por los muertos. En ambos, existen personas que se hacen pasar por sacerdotes y estafan a la población. 

Cementerio pobre en el barrio de la Guardia. J.M
 La diferencia sustancial es que en el cementerio 'pobre' 37 efectivos policiales no controlan la introducción de bebidas alcohólicas. Tampoco la música ni las pintadas. Hasta él no llegan los médicos veterinarios que en el cementerio 'rico' controlan el estado de los alimentos. Se encuentra demasiado alejado, incluso de la nada.

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