Opinión / Pensamiento Divergente / Mundo Bohemio y la Libertad de los Mapas

5 de julio de 2010

Mutaciones adaptativas

La semana pasada, concretamente el jueves, llegué a Euskadi. Las condiciones no fueron las mejores. Me encontraba sumamene estresada; mudanzas, un curso de formación de horas interminables en la Universidad, estancia de fin de semana con los padres (las visitas agotan, independientemente de quiénes sean), una inesperada bronquitis y la tristeza de las despedidas. Aunque alguna amiga que otra se ha hecho la despistada y ha huido de la necesidad de decir adiós (sí, a ti, que lees este artículo). Así que llegué lógicamente absolutamente estresada.

Mis inicios en Euskadi son siempre complicados. Generalmente, no suelo compartirlo con los demás, pero sentada ante un ordenador con intención de que los minutos transcurran según les corresponde, me he dispuesto a ofreceros mis experiencias adaptativas.

La adaptación exige paciencia y tiempo. Hoy no dispongo de lo primero y me sobra lo segundo. Permenecer pequeñas estancias en esta tierra enseñan a desacelerar (utilizo permanecer y no el verbo vivir, porque a partir de este momento mi vida es un misterio aún sin resolver). Eso lo primero. La naturaleza lo invade todo. La vida cotidiana gira entorno al trabajo, el txikiteo, pintxos, cuadrillas y fiestas. El ocio es diferente. La gente lo es también, la forma de comunicarse... No es ni mejor ni peor, siemplemente diferente.

Sufro mutaciones, en Madrid soy urbana y aquí rural. Cuando no me encuentro en ninguno de estos dos sitios no sé ni lo que soy, medio de aquí, medio de allí, europea ante todo.

Días horribles, en los que me encuentro absolutamente desorientada, más aún si ahora mismo estoy sentada frente a un ordenador en medio de una gran redacción en San Sebastián. Todavía más desubicada si pienso en que en octubre volaré a Bolivia y permaneceré allí dos meses (vuelta con este mismo verbo, en principio la aventura se presenta como una pequeña estancia).

Normalmente la costumbre de las mutaciones y su readaptación me exigen que transcurra una semana. Es algo cíclico. Me ocurre siempre. Siete días en los que me adapto, me relajo, dejo de ir a contracorriente, me uno a lo que veo y disfruto. De momento, solo contambilizo cinco. Mañana serán seis y pasado siete.

Conjunto de días horribles que espero me lleven al alivio. Lo necesito.


5 comentarios:

  1. mutación, mutación!!!!!tendremos que leer a Darwin para ver qué dice sobre la adaptación!!!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. ADAPTACION es la palabra clave, o un "date permiso" que siempre viene bien. La cosa está en pararse y analizar lo que uno siente, lo que uno recuerda y por supuesto lo que uno piensa. Tú tienes la ventaja de ser escritora, aprovechala!! No lo veas como una limitación, sino como una oportunidad más.
    A parte de momento es un kitkat, Bolivia es....
    Atención en el presente. Intención en el futuro. Desapego al resultado.

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  4. jijijiji. Estas mutaciones... el sexto día ya mejor :)

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  5. No huí, sólo me despisté... Además, no va a haber despedida :-)
    Por supuesto, adaptarse es la base, pero siempre conservando el núcleo...

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