Opinión / Pensamiento Divergente / Mundo Bohemio y la Libertad de los Mapas

7 de junio de 2012

Una Lágrima persistente fabricada en M.H


Desenlace 1. Texto independiente de por sí; forma parte de un juego iniciado junto a la autora, cuya única pretensión consiste en marear al lector, optando él por el desenlace de los hechos que se han narrado. 
Texto: Laura Seoane

 El plastiquillo tiembla, indefenso, al ritmo de la brisa suave: parece tener miedo de desprenderse de la valla y volar libre. ¿Qué coño pinta ese plástico allí?, refunfuñando,
caminas hasta la valla para desprender el jirón blanquecino y estúpido que estropea tu paisaje.

De un tirón, separas el pedazo de plástico de su trampa metálica, y lo estudias con atención: “Fabricado en M.H.”, se lee en pequeñas letras grises de imprenta ya borrosas. Visto de cerca, el plástico no parece desgarrado ni roto. Perfectamente rectangular, tiene más bien forma de etiqueta, como las que vienen en el cuello de la camiseta, en el cintillo del pantalón o en la costura de las bragas. Esas que dividen a la Humanidad en dos grupos: quienes las arrancan de cuajo, y quienes las cortan con unas tijeras. 

¡Qué raro!

Te sientas en la hierba a contemplar el paisaje acuoso del pantano. Las aguas reflejan el cielo como un espejo pulido. Disfrutas de la calma, de la soledad y del silencio. Recostándote en la pendiente, cerrando los ojos, piensas “¡Qué bien se está con el ombligo mirando al cielo!”.
Las margaritas cosquillean juguetonas en tu nuca...
algo más áspero,
    más severo,
                             araña tu oreja.

Extrañado, te incorporas a medias y, al mirar hacia abajo, ves sorprendido otro brillo blanco entre el frescor verde: otra etiqueta rectangular, lisa y sobria, sobresale de entre la hierba como una grotesca flor artificial. Agarrándola entre los dedos, tiras suavemente de ella, pero permanece unida a la tierra. Parece tener... raíces. Apretando fuertemente el trozo de plástico entre el pulgar y el índice, cerrando el puño, apretando los dientes, con el ceño fruncido, tiras con fuerza, y arrancas la etiqueta. Ningún hilo, ningún borde desgarrado; perfectamente lisa e intacta, descansa en la palma de tu mano con las palabras “Fabricado en M.H.” discretamente impresas en su superficie.

Una ligera taquicardia mientras cabreado te levantas y desciendes de nuevo al camino, en dirección al pantano. El agua sigue igual de serena, mirándola vuelves a relajarte, y paseas por la orilla mientras tus pensamientos caracolean sin rumbo. Los guijarros se amontonan a tus pies, chocando bajo las suelas. Grises, negros, azules… un destello blanco.

Tu estómago se encoje, tu pecho se cierra, la vista se nubla ligeramente mientras te agachas extendiendo la mano hacia el suelo y tus dedos encuentran entre las piedras el plástico liso y suave, firmemente sujeto al suelo, anclado como el musgo a la roca. “Fabricado en M.H.”, lees.

Tus nudillos crujen y las uñas se clavan en la carne al arrancar con fuerza.
Las letras grises están aún más borrosas. 

Buscas consuelo en la quietud plateada del pantano, tus ojos encuentran lo que ya sabían que estaba allí desde el principio. Tenues, casi transparentes, las letras gigantes se perfilan apenas perceptibles en mitad de la superficie lisa, reflejando las palabras invisibles en el cielo.

Hundido, das media vuelta y enfilas tus pasos hacia el camino. Con la garganta seca, agachas la cabeza para secar con la manga de tu camiseta una lágrima persistente, y al elevar el hombro adivinas las letras, diminutas, grises, tatuadas en el hueco de tu axila.

Con la mente en blanco deshaces el camino despacio,
  sin hacer ruido, acercándote a la cama…  
 Quedan siete minutos para que suene el despertador. 


Acude a ver el desenlace dos 

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