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29 de abril de 2011

La tristeza de Estefanía

Desde pequeñito quise ser pescador. Recuerdo las despedidas, junto a mi madre, en el puerto de A Coruña. Imaginaba cómo la brújula del olor y el ritmo del viento guiaban a mi padre entre las aguas, las conversaciones con la tripulación y la emoción de enfrentarse a la bipolaridad del océano. El mar. Qué sería de mí sin agua salada, veranos a la orilla y anchoas fritas. 

Asturias. Cerca de LLanes. J.M
Heredé el barco de mi padre. Sentí tristeza por su ausencia y alegría por convertirme en un nuevo líder del constante balanceo de la mar, siempre con su permiso, aventurándome a enredar toneladas de pescado durante los seis meses que me anclaría al 'Estefanía'. Lo convertí en mujer para atraer sudores renovados y valentía actualizada. Simplemente con cambiarle de nombre hubiese sido suficiente para librarlo de los resquicios espirituales de mi padre, pero me acordé de aquellas verbenas con la dulce Estefanía: melena rubia, vestido en gracia que su madre le colocaba cautelosamente y aquella forma de mirarnos cuando bailábamos tan próximos. 


18 de julio de 2003. Destino Senegal. 5:00 de la mañana. Puesto que corresponde a todo capitán; el timón, cauteloso con la llanura oceánica como si fuese un vigilante de seguridad. A primera hora de la mañana, el infinito del horizonte es perfecto: calma, niebla densa y oleaje variable. Tufo. Nauseabundo y exclusivamente químico. Me extrañé. Miré a través de la ventana, pero no observé nada anómalo. Qué raro, pensé. Ordené a Bartolomé encargarse del timón y salí a cubierta. Me acerqué a la barandilla y mi corazón se heló como el preciso instante en el que un golpe de frío estremece el agua hasta convertirla en un cubito de hielo. 

'Estefanía', pringosa de un gran lunar negro. ¿Qué ha ocurrido?, fue lo único que pensé, mientras mi interior se acurrucaba hacia el punto donde contenía todo el dolor por la muerte de mi padre. Las gaviotas, escandalizadas, volaban en círculos para llegar victoriosas a una fórmula 1 aérea. Acto seguido, la acupuntura penetró en la rabia, la frustración de generaciones doloridas, la repugnancia hacia la sociedad empresarial y la pena por 'Estefanía', manchada en su primer día de gloria. Una capa de fuel cubría el mar como si todos los calamares del mundo hubiesen fabricado toneladas de tinta negra para boicotear su patria.

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