Opinión / Pensamiento Divergente / Mundo Bohemio y la Libertad de los Mapas

22 de enero de 2011

La hora de los pobres

“Evo, es la hora de los pobres”. Esta reivindicación aparece en uno de los graffitis en el octavo anillo de Santa Cruz de la Sierra. En una sola frase se aglutina la oposición de la ciudadanía a Evo Morales y la pobreza generalizada de la población. 

Muro en el octavo anillo de Santa Cruz. J.M
 Advierto que aún me encuentro en estado de shock y que a escasos días de mi llegada, no tengo la capacidad de articular más de tres palabras seguidas, tengo los ojos y los oídos demasiado abiertos como para preocuparme por las palabras. Me resulta muy complicado escribir este artículo porque es muy difícil describir una realidad que me parece absolutamente "irreal". Pero hay que ser valientes y por lo menos, intentarlo. 

La hora de los pobres. No sé cuándo llegará, pero desde mi barrio, parece algo lejano. A medida que uno avanza desde el primer anillo de esta ciudad, que es el centro, retrocede en humanidad. El octavo anillo es un cúmulo de laberintos callejeros sin asfaltar que se entrecruzan a su antojo. Las personas viven entre polvo y basura. A todas horas hay gente que merodea por las calles y niños que juegan en los recientes canales (construidos para la época de lluvias). 

Aquí no hay nada, salvo chabolas, polvo, supervivientes, alguna que otra farmacia, dramas personales, consultas médicas privadas, ventitas (puestos que los vecinos colocan a su antojo) y poco más. Aquí no existen los cafés, ni los cinés, ni los centros comerciales. No es de extrañar que la Iglesia tenga tanto peso, sustituye al gobierno en estos barrios marginales. La gente se aferra a la religión como arma de supervivencia. Es muy impactante. Más aún si se tiene en cuenta que la única que no reza soy yo. Hecho que en determinados actos me incomoda, pero no puedo luchar contra mi falta de creencia. 

Una imagen que contrasta con las condiciones del octavo anillo. J.M
Para desplazarse hasta el centro de la ciudad es necesario tomar un micro, que es un autobús al estilo de los años 50 donde la gente se agolpa y solicita parada donde le conviene. Al día siguiente de mi llegada, tenía que cambiar algo de dinero y comprar agua (indispensable para evitar agonías intestinales) y tenía muchas ganas de conocer el centro, así que Luis y yo nos embarcamos en uno de esos micros. El recorrido de una hora me pareció muy divertido. La gente subía y bajaba, algunos con música (Enrique Iglesias, Oasis)... 

Plaza de Mayo. Centro cruceño. J.M
La esencia del centro es el caos. Impresionante cómo los taxis, los autobuses, los coches, las motos, los jeeps, los transeúntes luchan para cruzar o transitar por la calle. Impresionante cómo los ciudadanos venden fruta, productos comésticos, verdura, ropa... cualquier cosa, a cada paso. 

El calor es asfixiante y desde que he llegado huelo a polvo y relec. Soy incapaz de deshacerme de este olor, así que he renunciado y lo he reconocido como ya como inherente a mi experiencia. 

Lo que más me gusta es la gente, es muy simpática, abierta y hospitalaria. Apenas han transcurrido tres días y he conocido a muchísimas personas. Se acercan para darte la bienvenida, te besuquean todo lo que pueden (en el buen sentido) y te ofrecen las tarjetas con sus números personales a la primera. 

El sábado acudiré a un cursillo con una monja especializada en medicina natural para aprender a quitar la cera de los oídos con un canutillo. Luis me ha dicho que puede programarme una visita a la cárcel para que vea cómo está la situación, me entusiasma esta idea, poder observar con mis propios ojos cómo vive la sociedad penitenciaria. Siempre he pensado que la situación de las cárceles diagnostica la democracia de ese país. Me puedo hacer una idea de cómo será la visita. También visitaré el plan 3000, donde un obispo de Palencia está realizando grandes avances. También viajaré

De momento, mañana comienzo en la guardería. Una pena no poder asistir al concierto de Alejandro Sanz mañana por la noche. Curioso que las entradas valgan lo mismo que en España, si se tiene en cuenta que la vida aquí es diez veces más barata. Un euro = 9,75 bolivianos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Anímate y comenta qué te ha parecido el post